4/6/14

Festival Territorios de Sevilla: evolución, identidad y una propuesta

Recientemente El Club Express publicó un artículo de opinión sobre Territorios en el que, acertadamente, comentaba el autor que al festival aún le faltaba algo para dar el salto definitivo y posicionarse entre los grandes festivales del país. Ese "algo" que le falta a Territorios en mi opinión es una identidad clara y fuerte, algo que se consigue fundamentalmente con una programación que no vaya dando bandazos en función de donde sople el viento.

La evolución

En sus dos primeras ediciones el festival trajo a Sevilla aires frescos. En 1998 muchos pudimos ver bandas como Berrogüeto, La Musgaña, Capercaillie o Cherish The Ladies en un cartel que denotaba un conocimiento de la música a la que se enfocaba aquel primer año -la celta- y que traía formaciones en aquel momento poco conocidas por el gran público. En 1999 también pudimos disfrutar de un cartel con gente como Fanfare Ciocarlia, Natacha Atlas o Eduardo Paniagua, a pesar del fiasco de Dorantes en Plaza Nueva, que apenas consiguió interesar al escaso público que esta tarde hubo. Gran parte del público no conocía a muchos de los artistas que iba a ver, pero iba precisamente por eso, porque descubría bandas que no conocía.


Pero, a partir de la tercera edición, a pesar de que aún se mantuvo en el nombre el punto temático -esta vez "Territorios Atlánticos"-, se incluyeron bandas como Maita Vende Cá, el cartel se redujo notablemente y los precios se triplicaron. Y partir de entonces el festival se dedicó a programar a medias entre un Womad y un festival de los 40 Principales, con carteles en los que encontrábamos a Orishas y Philip Glass en 2001, Macaco y Goran Bregovic en 2002 o Carlos Jean y Carlinhos Brown en 2003.

A partir de 2004 encuentran el filón del rap y "lo que sea que esté moda en ese momento" y empiezan a programar días temáticos (hip hop, urbano, etc.) mientras el nivel de los conciertos gratuitos en las plazas se reduce notablemente. Aún así, durante algunas ediciones esto facilitó que el grueso del público que iba fundamentalmente a cogerse la papa se concentrara en el Auditorio de la Cartuja al tiempo que podíamos disfrutar de otro ambiente mucho más comedido en el Monasterio de la cartuja.

La etiqueta de "músicas del mundo", ya completamente diluída, seguía usándose para traer a gente como Lee "Scratch" Perry o Ismael Lô, pero el indie y el rap se convirtieron poco a poco en el núcleo del festival a partir de 2007. Desde entonces, Territorios no es más que la excusa para hacer un gran botellón en la entrada del Monasterio de la Cartuja. Y lo peor es que este sigue siendo uno de los mejores planes, porque no es raro encontrarse con conciertos con sonido pésimo, en los que apenas es posible distinguir una sola canción -como el de Mogwai o Echo & The Bunnymen de 2007- y lo que sí encuentras con total seguridad son unos precios en las bebidas desorbitados.

 
Propuesta

Territorios ha tenido unos cuantos aciertos en su trayectoria, como adelantarse al éxito de ciertos músicos, programando a Carlinhos Brown en 2003 -un par de años antes de su gran éxito y un año antes de que Trueba se fijara en él- o a Antony & The Johnsons en 2005 poco antes de dar el pelotazo con I Am a Bird Now. Pero también mantener un espacio -más o menos grande- para las formaciones locales o la elección de los espacios. Sin embargo, Territorios Sevilla necesita, en mi opinión, un nuevo cambio de rumbo que les posicione por fin como uno de los grandes festivales de España. Pero, para eso, necesitan enfocarse en unas cuantas cosas:

  • Un cartel más homogéneo, que no busque todo tipo de públicos. Una o dos bandas grandes, cuatro o cinco medianas, un par de apuestas poco conocidas y dos o tres locales debería bastar para llenar un par de días. Nada de un grupo indie, uno reggae, uno punk y otro electrónico, porque eso marea al personal y el aficionado al punk, por ejemplo, no paga por ver un sólo grupo que le guste.
  • Un número de artistas equilibrado, que permita la asistencia a todos los conciertos. Porque ha habido años en los que ha sido imposible hacerlo, con conciertos a la misma hora, escenarios demasiado cercanos que hacían complicado un buen sonido, etc.
  • Una gestión de las barras más eficiente y a precios no abusivos. Nada de moneditas o tickets para las consumiciones, porque eso provoca colas y el enfado del personal, que en ocasiones acaba por "tomar algo" antes de entrar. Si os fijáis muchos festivales de otros países no es raro encontrar una variada y económica oferta de comidas, ¿por qué no copiar lo que hacen bien por ahí?
  • Buscar otras formas de diferenciarse. Por ejemplo, haciendo el festival más sostenible: ¿es posible reducir el número de botellas de plástico? ¿Incluir contenedores de reciclado? ¿Reducir las emisiones o el impacto ambiental en entornos como La Cartuja? Yo creo que sí.
  • Inversión en publicidad. Necesaria sí, pero se puede reducir considerablemente si nos apoyamos en el periodismo nacional ofreciendo la posibilidad a diversos medios de entrevistar artistas, de cubrir el festival, incluso de documentar el proceso de organización previo. 
  • Trazar un plan a medio plazo. Tener bien claro donde quiere estar el festival dentro de cinco o siete años puede ayudar a evitar las tentaciones de sumarse a las modas de cada año.
Seguramente la organización habrá pensado ya en estas y otras muchas cuestiones, pero no podía dejar pasar la ocasión para comentar algunas ideas y propuestas, porque al fin y al cabo Territorios sigue siendo el único festival en Sevilla que ha conseguido traer a la ciudad a muchas grandes bandas y que continúa después de tantos años. Pero siempre se puede mejorar, ¿no?

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